ARTÍCULO 33: SEPTIEMBRE, APROVECHA LA MOTIVACIÓN, PERO HAZLO BIEN

Con la llegada de septiembre, regresa también esa conocida sensación de querer “ponerse en forma” tras los excesos del verano. Helados, terraceo, menos movimiento… y, de repente, sentimos la necesidad de compensarlo todo en cuestión de días.

Pero cuidado: volver a la rutina con prisas, dietas milagrosas o entrenamientos salvajes puede salir caro. Lo que empieza con buenas intenciones muchas veces acaba en frustración, abandono… o incluso lesiones. Es lo que se conoce como el efecto rebote: darlo todo en poco tiempo y acabar perdiendo más de lo que se gana.

Este año, te proponemos algo diferente: volver con cabeza, sin castigos y con un plan que puedas mantener a largo plazo.


¿Más restrictivo al principio? Sí, pero con cabeza.

Perder peso es un reto, pero mantenerlo a largo plazo lo es aún más. Un artículo publicado en Obesity Reviews por Astrup y Rössner (enlace artículo) analiza si una mayor pérdida de peso inicial mejora el mantenimiento a largo plazo, y los resultados son claros: quienes pierden más peso al comienzo tienden a conservarlo mejor con el tiempo.

La revisión incluye estudios clínicos que comparan distintas estrategias: dietas muy bajas en calorías (VLED), dietas convencionales y programas de terapia conductual. En todos los casos, una mayor pérdida de peso en las primeras semanas se asoció con una mejor evolución a largo plazo, incluso hasta 5 años después.

Sin embargo, estos resultados solo se sostienen cuando la pérdida inicial va seguida de un programa de mantenimiento con cambios en la alimentación, actividad física, educación nutricional y apoyo psicológico.

En resumen, una pérdida de peso inicial significativa puede ser clave para lograr cambios duraderos, siempre que esté acompañada de un enfoque integral y supervisado (como nuestro programa de 28 días BIENESTAR EXPRESS 😉)

¿Significa esto que si no has bajado al principio no lo vas a conseguir? Negativo. Ten en cuenta que no todas las personas obtienen los mismo resultados y en el mismo espacio de tiempo. Lo que sí está claro es cuál es método para conseguirlo, antes o después, los resultados llegan. Lo importante es que estés en el camino adecuado.

La mentalidad del “todo o nada” es una trampa. Pasar del 100% relax al 100% exigencia física y dietas extremas puede descompensar tu cuerpo y tu mente. La ciencia lo tiene claro:

  • Dieta demasiado restrictiva = rebote asegurado. Recortar calorías en exceso puede ralentizar el metabolismo, alterar tus hormonas del apetito (como la leptina y la grelina) y hacer que termines comiendo más a medio plazo.
  • Entrenar a lo bestia sin preparación = lesiones. Si has estado inactivo varias semanas, volver con rutinas demasiado exigentes puede provocar fatiga, dolor muscular excesivo e incluso lesiones articulares o tendinosas.

¿Qué es lo que NO hay que hacer?

El efecto rebote aparece cuando intentamos hacer todo de golpe. Bajas mucho de peso al principio, pero después tu cuerpo lo recupera (y a veces más), y tú terminas desmotivado y frustrado. ¿Por qué ocurre?

  • Metabolismo adaptativo: El cuerpo se acostumbra a la restricción calórica y cuando vuelves a comer normal… almacena.
  • Desgaste físico y mental: Nadie puede mantener una dieta extrema o un entrenamiento intensivo eternamente. El cuerpo y la mente se rebelan.
  • Cambios hormonales: La sensación de hambre se dispara y el autocontrol baja, lo que nos lleva a comer más de lo necesario.

¿Y entonces, qué sí funciona?

La clave está en la progresión, la constancia y el equilibrio.
Esto es lo que sí debes hacer en septiembre:

  1. Vuelve a entrenar con progresión. Si estuviste inactivo en vacaciones, empieza con rutinas suaves, y aumenta intensidad y volumen semana a semana. Deja que tu cuerpo se adapte.
  2. No te castigues con la comida. Puedes reducir un poco las porciones y elegir alimentos reales, pero sin obsesionarte ni prohibirte todo. La mejor dieta es la que puedes mantener.
  3. Busca resultados sostenibles, no milagros exprés. Un progreso lento pero constante es mucho más estable y menos propenso al rebote.
  4. Crea rutinas, no impulsos. Establece horarios, prepara comidas, muévete a diario aunque sea un poco. El éxito está en los hábitos.
  5. Consulta con profesionales. Un/a nutricionista y/o entrenador/a puede ayudarte a hacer un plan realista y adaptado a ti.

Conclusión

Este septiembre, no vuelvas a lo loco. No necesitas compensarlo todo en una semana ni rendirte cuando no ves cambios inmediatos. Necesitas un plan que respete tu cuerpo, tu mente y tu estilo de vida.

Haz de septiembre un mes de reinicio consciente. Vuelve a moverte, mejora tu alimentación, pero sobre todo, construye hábitos que puedas sostener en octubre, en diciembre… y más allá.

Porque tu salud no necesita urgencia, necesita compromiso. Y ese compromiso empieza por cuidar tu proceso.

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